jueves, 21 de mayo de 2009

A propósito del post anterior.

Notese cómo se dirigen estos personajes a quien no pide más que un asesoramiento de orden psicológico. Es típico de este tipo de mentalidades negar todo tipo de ingerencia de la ciencia en cuestiones de religión. Lo cierto es que el celibato sacerdotal (que la mayoría de las veces va acompañado de una cruda soledad afectiva) conduce realmente a las neurosis, a la depresión y al alcoholismo; eso sin entrar a investigar el grado de trastornos de indole sexual que genera la abstinencia de sexo impuesta (eso es el celibato).
No es que en todos los casos se generen los mismos trastornos, pero sí que siempre hay consecuencias psíquicas derivadas de una vida tan específica como es la que lleva el celibe. Eso no se puede negar. Y que no siempre esa consecuencia es la pueril alegría rayana en lo estúpido que le están prometiendo estos supuestos místicos al sacerdote que pide asesoramiento.

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