jueves, 21 de mayo de 2009

Fósil

A propósito del post anterior.

Notese cómo se dirigen estos personajes a quien no pide más que un asesoramiento de orden psicológico. Es típico de este tipo de mentalidades negar todo tipo de ingerencia de la ciencia en cuestiones de religión. Lo cierto es que el celibato sacerdotal (que la mayoría de las veces va acompañado de una cruda soledad afectiva) conduce realmente a las neurosis, a la depresión y al alcoholismo; eso sin entrar a investigar el grado de trastornos de indole sexual que genera la abstinencia de sexo impuesta (eso es el celibato).
No es que en todos los casos se generen los mismos trastornos, pero sí que siempre hay consecuencias psíquicas derivadas de una vida tan específica como es la que lleva el celibe. Eso no se puede negar. Y que no siempre esa consecuencia es la pueril alegría rayana en lo estúpido que le están prometiendo estos supuestos místicos al sacerdote que pide asesoramiento.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Dialoguitos en catholic. net sobre las consecuencias psicológicas del celibato.


El Celibato y sus consecuencias psicológicas
Autor: Daniel 23 (---.dial-up.net.ar)
Fecha: 09-08-03 11:15

Estimados, entiendo que este es el lugar mas apto donde me podrán dar una respuesta.

Hace unos meses escuché que un teologo-psicologo Aleman ha hecho un controvertido articulo o tesis donde dice que el celibato conduce a la neurosis.

Por favor, quisiera que me indiquen donde puedo encontrar ese material, o si alguien puede decirme algo al respecto, lo agradeceré.

Daniel.-



El Celibato y sus consecuencias psicológicas
Autor: Amado sandoval Martinez (---.prodigy.net.mx)
Fecha: 09-12-03 11:55

Hermano, soy sacerdote tengo 27 años y tres de ordenado, y la verdad yo pense mucho en ordenarme pues mi problema era la castidad pues provengo una ciudad tropical y eso afecta al individuo y pues se que es un hábito y un don al mismo tiempo, he visto a hermanos caer en brazos de la lujuria pero compredí algo una vez que estaba en oración, no se si em creas pero me dijeron en mi mente : Hijo mio se santo como Yo lo soy, no sabes cómo sufro cuando mis hijos sacerdote me hacen bajar en la eucaristía con sus manos manchadas? sufro pero ahí estoy repitiendo mi calvario y más sufro cuando ellos mis consagrados me comen indignamente, y lo llore tanto que le pedí fuerzas para no caer , te digo algo me siento feliz pues esa termenta ya paso, no siento nada con respecto al sexo ya paso quiza a un tres o cuarto grado de posición en mí y encuanto a que seamos neuróticos se debe a muchos probelmas internos y externos de la pesona, al stres del trabajo al cansancio, mira cuando estoy algostresado salgo a la cine o a cenar con amigos que no son sacerdote y me divierto sanamente y eso te relaja. Ahora bien tambien depende de la edad sabete que tambien el hombre paso por un tiempo 46-50 años ques se llama andropausa y que es un tiempo el el cual nos volvemos irritables, todo nos molesta y entonces si que empieza el problema en nosotros los sacerdotes en uchos aspectos , y ademas hermano, creo que tiene que ver tu visa espiritual y la relación entre los fieles, tener amigo es lo más aconcejable, pues ahí canalizamos nuestra afectividad si la reprimimos , por algún lado ha de hacernos daño. Que Dios te bendiga y te de lo que más necesites. Amado



El Celibato y sus consecuencias psicológicas
Autor: aldo (---.200-43-174.telecom.net.ar)
Fecha: 09-12-03 23:19

Estimado Daniel, Sacerdote del Señor. Partamos para conversar este tema de algunos principios ciertos.Pueden ser la Revelación, tienes fe?, espero que sí. Partamos de las costumbres milenarias de los hombres, partamos enganchado al primer principio de la necesidad de humildad de la inteligencia para descubrir la verdad y hacerla carne.
Si Cristo - Dios, entregó a la Iglesia la postestad de enseñar lo mejor para que el hombre sea perfectamente hombre- la Iglesia es experta en humanidad-. Y ,por otra parte, esa Iglesia pide al sacerdote el celibato... sería en consecuencia infame y perversa, y se estaría burlando del hombre, en este caso un sacerdote, si no pudiera cumplir con ello.
Aacaso no puede tener tal amor Dios Padre que clame , con un santo celo , por la entrega total a Él. Si lo hace sería para desarreglo psicológico del hombre-sacerdote o cualquiera que se entregue en celibato; por cierto que NO. Buscas ser más perfectamente hombre? sin neurosis?, no te da entonces Dios a través de la Iglesia el serlo , cuando -experta en humanidad- te pide el celibato.
Animo Daniel, si te lo pide se puede: tal vez el no aceptar eso , lleve justamente a la neurosis , y a una permanente insatisfacción, a buscar afecto de otra forma.
En tus manos , por la Gracia está la solución.Oración y pureza de a poco y el celibato sera: POSIBLE, FACIL Y DESPUES GUSTOSO.
muy cordialmente y solicitando tu bendición
Aldo

ama y haz lo que quieras



El Celibato y sus consecuencias psicológicas
Autor: Daniel 23 (---.dial-up.net.ar)
Fecha: 09-13-03 00:58

Estiados Amado y Aldo,

Agradezco enormemente su cariñoso y espiritual aporte. Pero creo que no entendieron mi consulta...

Busco ese material o un aporte profesional.

Muchas gracias!!!

Daniel.-

P.D. 1 para Aldo/ Tus razonamientos son redonditos. Perfectos, pero totalmente desencarnados. Si miras la realidad del clero te encontrás con una Iglesia que es experta en humanidad y sacerdotes que, con su humanidad, escandalizan. ¿Donde está el error? ¿Quién tiene la razón? ¿Quién se equivocó?

P.D. 2 también para Aldo/ Me decís "ánimo..." Te agradezco. Pero busco información seria y profesional; no solo para mi, sino para compañeros, que "quieren, pero no pueden..."

El celibato sacerdotal y su historia.


Por Leonardo Moledo

El pedido hecho por sacerdotes (o ex sacerdotes) para que sea abolido el celibato eclesiástico en el sínodo de octubre en Roma tiene pocas chances, pero promete revolver el avispero de un problema que afecta a la Iglesia que ahora conduce Benedicto XVI. Los argumentos que se esgrimen son los de siempre: por empezar, que el celibato es contra natura, que está restando vocaciones a la Iglesia Católica (la única que lo exige), que no hay indicación alguna en los evangelios que lo imponga y que se trata de una cuestión no de dogma sino procedimental, o de derecho canónico que bien puede ser modificada. Del lado ortodoxo se citan fragmentos de las epístolas de San Pablo, escritos de San Agustín y otros padres de la Iglesia y, supremo argumento entre los argumentos, que el celibato es esencial para que los sacerdotes católicos no se distraigan con complicaciones de familia y puedan dedicarse solamente a su Dios (desde ya, este argumento es poco sólido a menos que se admita que la religión es la profesión suprema... ¿por qué no exigirlo a los cirujanos, para evitar que los problemas con su cónyuge lo perturben en el medio de una incisión? ¿O a los carniceros? ¡Qué deliciosas achuras, qué cortes perfectos tendríamos si no fuera por el colegio de los chicos!).

La historia del celibato sacerdotal católico es bastante sinuosa y ambigua, por cierto: en el siglo VII en Francia, los documentos demuestran que la mayoría de los sacerdotes eran hombres casados y en el siglo VIII San Bonifacio informa al Papa que en Alemania casi ningún obispo o sacerdote es célibe. En 836, el Concilio de Aix-la-Chapelle admite abiertamente que en los conventos y monasterios se han realizado abortos e infanticidio para encubrir las actividades de clérigos que no practican el celibato. San Ulrico, un santo obispo, argumenta que basándose en el sentido común y la escritura, la única manera de purificar a la Iglesia de los peores excesos del celibato es permitir a los sacerdotes que se casen. Pero en 1074 el papa Gregorio VII dice que toda persona que desea ser ordenada debe hacer primero un voto de celibato: “Los sacerdotes deben primero escapar de las garras de sus esposas”; en 1095: El papa Urbano II hace vender a las esposas de los sacerdotes como esclavas y sus hijos son abandonados y finalmente, en 1123, el Concilio de Letrán decreta que los matrimonios clericales no son válidos e impone la exigencia del celibato para el sacerdocio.

A pesar de lo cual en el siglo XV todavía el 50 por ciento de los sacerdotes son hombres casados y aceptados por la gente y hubo Papas casados, como los había habido antes del Concilio, empezando por el primero, San Pedro, pero también Félix III (s. V), Hormidas (s. VI, con un hijo que a su vez fue Papa), Clemente IV (s. XIII), Félix V (s. XV). Muchos Papas, por su parte, aunque no casados, tuvieron hijos públicamente y no ocultaban para nada la existencia de sus amantes, que vivían en palacios y eran visitadas por el Papa a la vista de todo el mundo; el más conspicuo seguramente fue Alejandro VI Borgia, padre de Lucrecia y César Borgia, que no ocultaba la existencia de sus amantes, a quienes instalaba en palacios a la vista y conocimiento de todo el mundo (es verdad también que por ese entonces, el capelo de cardenal se vendía muchas veces a laicos que eran casados previamente, lo cual explica en parte este tipo de situaciones estando ya el celibato instaurado). Durante todos esos y estos siglos se discutió sobre el asunto y los argumentos no fueron muy distintos de los que se esgrimen hoy.

Sin embargo, rara vez se dice que el celibato, en verdad, hizo que la Iglesia Católica accediera al inmenso poder de que gozó en estos dos milenios. Tampoco es raro que el celibato se afirmara en los tiempos del Concilio de Letrán (s. XII) ya que es por ese entonces que se consolida de manera más o menos homogénea (con las inevitables variantes locales) el feudalismo europeo. La propiedad feudal en principio no era hereditaria, sino que era una concesión del supremo señor feudal, el rey o el emperador, que regresaba al rey al morir el feudatario. El señor feudal, a su vez, concedía partes de su feudo a sus propios vasallos, que podían repetir el esquema y así se formaba la pirámide feudal. Como es natural, el tiempo volvió costumbre que los hijos heredaran los feudos de los padres (lo cual se consiguió a veces con sangrientas rebeliones llamadas “de los valvasores”, “vasallos de los vasallos”). Ahora bien: el concesionario de un feudo no necesariamente tenía que ser una persona (del mismo modo que el feudo no necesariamente tenía que ser tierra, y podía ser un derecho de mercado o de aduana), y podía ser un ente colectivo, por ejemplo, una ciudad. O una institución, como la Iglesia Católica, que fue el principal feudatario de Europa con, se calcula, un treinta por ciento de las tierras.

Así las cosas, no era del interés de la Iglesia que un obispo, vasallo a su vez del rey de Francia, intentara que sus hijos (que podían o no ser eclesiásticos) heredaran el obispado que era un feudo muy concreto, con inmensas cantidades de tierras. El celibato aseguraba la unidad feudal de la Iglesia y la conservación de sus inmensas riquezas, que al morir cada feudatario, obispo, arzobispo o el mismo Papa, regresaban a la institución, sin el riesgo de fragmentación permanente que sufrían los incipientes estados nacionales europeos, divididos y rearmados como rompecabezas por políticas de herencia, dinásticas e incluso líos de familia. El celibato garantizaba que la Iglesia estaba a salvo de esos problemas y sería Una e Indivisible.

Además, desde el siglo XII, también, el Papa se enfrenta una y otra vez con reyes de Europa sobre el ejercicio del poder (que se manifestó en la famosa “querella de las investiduras”): el Papa consideraba que, en el fondo, los soberanos europeos (incluso el titular del Imperio Romano germánico) eran vasallos suyos, cosa que éstos resistían con diversa suerte. Tampoco era conveniente correr el riesgo de que a un supremo soberano (el Papa) se le ocurriera dividir su reino muy de este mundo, y efectivamente, se conservó una unidad que muchos reyes, jaqueados por sus grandes duques envidiaban. Eso sí: cuando la fractura sobrevino, fue brutal: nada menos que la Reforma, que partió a la mitad de la Iglesia en iglesias nacionales que, carentes de poder terrateniente, no tuvieron problema alguno en abolir el celibato.

Así, más allá de la discusión teológica, la institución del celibato no sólo no tiene raíces espirituales; muy por el contrario, está ubicada en la raíz misma del enorme poder y riqueza históricos del Vaticano. Es de suponer que en estos tiempos capitalistas –y aunque siga vigente para una institución el mandato de no dividir el capital societario– hay diversas maneras de preservarlo y permitir a los sacerdotes llevar una vida más libre.